Se han extraído extraños microchips o implantes de los cuerpos de personas que aseguran haber sido abducidas por extraterrestres, sufrido una parálisis durante el sueño o simplemente haber tenido un sueño fuera de lo normal. En este artículo repasamos los últimos descubrimientos sobre estos misteriosos dispositivos.
Por dentro, parecen estar compuestos de tiras metálicas negras y brillantes. Pueden ser redondos, triangulares, en forma de espiral o finos como un alambre. No son más grandes que la cabeza de un alfiler. Son claramente visibles con rayos X, técnica con la que los investigadores han documentado cientos de estos implantes. De esta forma, se han detectado en partes tan dispares del cuerpo como la cabeza, los oídos, la boca, la nariz, las manos, los pies o las rodillas. No se sabe por qué razón, pero la mayoría se encuentran localizados en la parte izquierda del cuerpo del abducido.
Antecedentes
Los investigadores empezaron a informar que algunos abducidos creían que se les habían introducido objetos en su cuerpo en los años setenta. A menudo decían que estos implantes eran introducidos de manera forzada por la nariz, y los supuestos abducidos despertaban de sus experiencias con hemorragias nasales. En algunos casos, las ropas de la cama manchadas de sangre proporcionaban la primera pista a los investigadores y a los testigos de que podría haber ocurrido una abducción.
En los años ochenta, el número de casos aumentó espectacularmente, hasta el punto de que uno de cada cuatro abducidos informó de estos hechos.
Una de las primeras muestras de pruebas directas, así como uno de los pocos casos que no sucedieron en EEUU, fue investigado por el asistente social y ufólogo Keith Basterfield, de Australia. Los acontecimientos implicaban a Susan, una joven de Adelaida que decía haber tenido su primer contacto con extraterrestres en 1971, cuando sólo tenía diez años. Siguieron otros encuentros en los que ella creía que se le efectuaban exámenes médicos periódicos para seguir su desarrollo.
En las abducciones de Susan intervenían dos tipos de entidades: unos seres pequeños con grandes cabezas, análogos a los “grises”, que aparecían para efectuar todas las tareas secundarias, y otros altos y de aspecto humano, que parecían estar al mando.
En 1991, un dentista hizo una radiografía de la boca de Susan en la que aparecía la sombra de un objeto no identificable. Semanas después se efectuó una exploración más detallada. Esta vez no se encontró rastro del misterioso objeto. Susan dijo a Basterfield que había sido sometida a otra abducción en el intervalo de las dos radiografías, y que sospechaba que los extraterrestres habían retirado el implante para evitar su descubrimiento. Desgraciadamente, las radiografías se han perdido.
Derrel Sims y el doctor Roger Leir, los pioneros
El doctor Leir y D. Sims son los investigadores más conocidos a nivel mundial sobre el fenómeno de los implantes alienígenas.
Roger Leir es un prestigioso médico especializado en la cirugía del pie. Se confiesa entusiasta del tema OVNI desde temprana edad, cuando su padre le mostró un periódico en el que se narraba la historia de Roswell.
Cuando conoció a Leir, este le preguntó si estaba interesado en extraer alguno de los implantes de los que tenía constancia por pruebas de rayos X. El resto se puede decir que es historia…hasta el día de hoy el doctor Leir ha recuperado más de 20 implantes de supuestos abducidos.
Por su parte, Derrel Sims es ex agente de la CIA y director de la Fundación para la Investigación Interactiva y Tecnología Espacial, con sede en Houston. Sims asegura que fue abducido desde los dos hasta los diecisiete años.
Ha sido uno de los primeros investigadores en localizar e identificar los implantes extraterrestres. Actualmente posee la colección privada más grande (y quizás la única en el mundo) de implantes extraterrestres, todos ellos extraídos en operaciones quirúrgicas.
Los casos de Janet y Pat Parrinello
Desde su niñez, Pat Parrinello ha experimentado extraños fenómenos. A la edad de seis años se despertó en su casa de Norteamérica paralizado y en presencia de una luz brillante. De esta manera se inició una serie de experiencias a lo largo de los años, en las que dice que estaba siendo constantemente investigado por seres de grandes cabezas, conocidos en el mundo de la ufología como “grises”.
A diferencia de muchos abducidos por extraterrestres, que recurren a la regresión hipnótica para recuperar sus recuerdos, Parrinello es del todo conciente de sus experiencias. No sólo recuerda haber sido abducido, sino también que era introducido en una extraña habitación donde las entidades alienígenas lo sometían a exámenes médicos.
Después de estas experiencias, Parrinello tuvo la sensación de que le habían implantado un dispositivo en alguna parte de su cuerpo. Y no era el único, porque hay un número creciente de abducidos que cuentan relatos similares.
En los últimos tiempos, la búsqueda e identificación de estos implantes, así como probar su origen extraterrestre, ha sido la gran pasión de muchos investigadores. La mayoría de estas esperanzas fueron vanas, pero este no fue el caso de Parrinello.
En 1995, junto con una mujer también americana, Janet, que tenía objetos incrustados en su pie izquierdo, Parrinello fue uno de los primeros en someterse a una operación quirúrgica para extraerle el artefacto. Los trámites para las intervenciones fueron llevados a cabo por el Dr. Roger Leir en su clínica de Ventura, California.
Las operaciones debían efectuarse bajo una estricta seguridad. El Dr. Leir temía por su licencia al verse envuelto en estas operaciones tan poco convencionales. Según decía, “los médicos que siguen adelante con estos temas pueden quedar fuera de la profesión.” A pesar de estos temores, el Dr. Leir documentó las operaciones con cámara de vídeo.
Durante las intervenciones, Leir realizó una prueba: con los objetos aún alojados en los cuerpos de los pacientes, los presionó suavemente. Aunque en aquel momento Parrinello y Janet estaban bajo una fuerte anestesia local, experimentaron un fuerte espasmo muscular como respuesta; Janet casi se cayó de la mesa. La anestesia debería haber amortiguado cualquier actividad de este tipo.
Después de extraer el objeto, una tarea que fue bastante laboriosa debido a que el dispositivo magnetizado se adhería a los instrumentos quirúrgicos, su magnetismo desapareció.
Al final de la operación se había extraído de Parrinello un objeto de 4×2 mm, de un color oscuro y cubierto por una membrana de hemoglobina y queratina. Este recubrimiento, similar al que cubre todos los cuerpos extraños que se introducen en el cuerpo, tenía un ADN que coincidía con el de Parrinello. Sin embargo, el Dr. Leir estaba seguro de que no se trataba de un quiste y dijo que nunca había visto nada semejante.
De Janet se extrajeron dos objetos de aspecto similar, uno de los cuales tenía forma triangular, con 1,5 mm por lado. Derrel Sims los envió los envió a la Universidad de Houston para someterlos a una investigación más detallada.
Pat Parrinello dice que, después de haber tomado la decisión de que se le extrajese el implante, durante semanas sufrió lo que él interpretaba como una intervención extraterrestre para disuadirle de que siguiese adelante con la operación quirúrgica. Pero claro, cabe preguntarse, ¿por qué estos seres no volvieron a abducirlo para eliminar la prueba?
La historia de Cote
Cote lleva investigando el fenómeno OVNI desde hace más de 30 años, incluso lideró un grupo de investigación llamado Lansdowne Five, ahora disuelto.
La noche del 18 de octubre de 1993, se despertó en su cama paralizado. Con los ojos abiertos pero sin poder moverse, sintió cómo flotaba y salía de su habitación. Dice que recuerda ver los árboles mientras se elevaba y era introducido en una luz muy brillante. Entonces se vio dentro de una nave espacial, rodeado de seres de metro de altura, cabezas triangulares con ojos tipo insecto y extremidades muy delgadas. “Parecían muy frágiles, podían verse perfectamente sus venas y sus arterias” dice Cote.
Cote escuchaba hablar a las criaturas dentro de su cabeza, telepáticamente, ya que no movían sus bocas. Uno de sus secuestradores era semejante a una persona procedente de la Tierra, de piel oscura, y parecía estar supervisando las pruebas. A continuación sedaron a Cote, obtuvieron muestras de hueso, piel, esperma y finalmente le colocaron dos implantes en el brazo.
Según Cote, los extraterrestres le comunicaron que debía formar un pequeño grupo para escribir sobre las cosas terribles que ocurrían en la Tierra. También le aseguraron que no debía preocuparse, que con el tiempo todo se esclarecería.
Aquí termina la experiencia en la nave, encontrándose en su cama de nuevo dos horas después. A la mañana siguiente, pudo comprobar que tenía dos pequeñas punzadas en el brazo izquierdo. Un día después, empezó a sentirse mal, confuso, afectándole mucho los sonidos de tonos altos.
Cuando se sintió recuperado, Cote junto con otras personas comenzaron a registrar todas las cosas que van mal en el mundo, llegando a darle forma a un libro de más 2.500 páginas.
Cote afirma que los extraterrestres se comunican con él a través de los implantes, y en uno de los últimos mensajes le solicitaban que disolviera el grupo porque “el fin de los tiempos está cerca”. También dice que llegado el momento, ellos vendrán y se llevarán a millones de personas que están marcadas con estos implantes, para “tutorizarlas” y devolverlas a la Tierra para que guíen a la humanidad.
“Esta es la parte que da más miedo. No sé si vendrán a por mí y no me traerán de vuelta a la Tierra. No sé si debo confiar en ellos.” Dice Cote.
Características observadas en los implantes
Antes de ser retirados, algunos implantes emiten señales de radiación electromagnética de FM en frecuencias escalares de 93MHz, 15MHz e incluso frecuencias utilizadas en las comunicaciones espaciales por satélite. El revestimiento superficial que poseen es sensible a los fonones, al parecer con el fin de retransmitir ondas de sonido. Si se rompe, vuelve a ensamblarse. También se han encontrado nanotubos de carbono electrónicos en estos dispositivos, estructuras que no se pueden encontrar en la naturaleza. Estos nanotubos son de pared única. Steve Colbern, científico especializado en materiales químicos y nanotecnología, los consideró como fabricados por una tecnología muy avanzada, todavía no alcanzada en la Tierra.
0 comentarios:
Publicar un comentario