Hace unos días hizo noticia mundial el caso de un niño de 6 años que permanecía hospitalizado grave en Barcelona, con una enfermedad que no escuchábamos hace tiempo: difteria. Desde 1983 no se veía en España un caso de difteria, enfermedad controlada mediante una vacuna que se aplica a niños en todo el mundo, pero este pequeño no estaba vacunado y hoy se enfrenta a las graves consecuencias de la difteria.
La difteria es una enfermedad infectocontagiosa del tipo bacterial que se transmite por vía aérea. Al entrar al cuerpo, causa problemas respiratorios y digestivos, en su forma avanzada, puede dañar todo el cuerpo y provocar la muerte.
Difteria: Una vieja enfermedad que vuelve:
Provocada por la bacteria C. diphtheriae, la difteria es una enfermedad bastante grave, ya que al entrar al cuerpo comienza a provocar daño en diferentes áreas y, si no se tiene a tiempo, crea un nivel de toxicidad que termina por destruir el funcionamiento de los órganos vitales. La difteria es tan contagiosa que ocho de los compañeros de clase del niño enfermo resultaron portadores de la bacteria, pero al estar vacunados, no desarrollaron la enfermedad, suerte que no tuvo el menor de 6 años. De todas formas, los menores están aislados y reciben medicación por prevención.
La transmisión de la bacteria no requiere que se toque a la persona enferma, ya que está presente en todo tipo de secreciones corporales, como por ejemplo la saliva, lagrimas, sangre y, en casos más graves, lesiones corporales. Basta con que una persona enferma tosa, para que una cantidad minúscula de saliva se libere al ambiente y contagie al resto. Lo mismo ocurre si se bebe del mismo vaso que usó una persona enferma o se le toca cuando ya existen lesiones en la piel.
Como dijimos al principio, ocho de los compañeros del niño enfermo dieron positivo en los exámenes, pero están sanos, dado que estaban vacunados. El hecho de que gran parte de la población esté vacunada protege a aquellos que no lo están, ya sea por edad o problemas inmunes. Si es que este chico enfermo hubiese estado en contacto con un recién nacido o una persona con problemas inmunes o que deba tomar medicaciones inmunodepresoras, se habría contagiado, rompiendo con el circulo de hierro que es la inmunidad comunitaria.
Entre un 5 y 10% de quienes enferman con difteria mueren, porcentaje que sube 20% si se trata de niños menores de 5 años o adultos sobre los 40 años. Por ello, se vacuna a los niños a partir de los 2 meses y posteriormente se aplican dosis de refuerzo durante los primeros 4 años de edad. Los refuerzos continúan con campañas cada cierta cantidad de años.
La vacuna contra la difteria está en los planes obligatorios de casi todos los países del mundo y en la mayoría de las naciones de Occidente esta enfermedad estaba erradicada. Los pocos casos que se veían, provenían de Rusia y otras Repúblicas de la zona. El periodo de incubación de la difteria va entre 2 y 5 días, por lo que se puede contagiar a otros antes de que aparezcan síntomas, los que en el primer periodo no son graves: fiebre baja y pequeños problemas respiratorios, así como también dolor de garganta.
Con el tiempo, la bacteria se va adhiriendo a las células de diferentes zonas del cuerpo, pasando fácilmente de una a otra. El sistema linfático se ve agredido y lo mismo ocurre con el corazón y sistema nervioso, pudiendo provocar parálisis en ciertos nervios. Arritmias cardíacas, problemas respiratorios y fallas en otros órganos por culpa de la toxicidad en la sangre, terminan con la vida de quienes mueren de difteria.
Una enfermedad muy grave, pero muy simple de prevenir: Tener las vacunas al día y no solo por protección personal, sino que también para mantener la inmunidad comunitaria, la cual se está destruyendo por culpa de quienes deciden no vacunar a sus hijos, tal como pasó con los padres del niño que hoy está grave en España.
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