Los paleontólogos siempre buscan nuevas pistas sobre las criaturas que habitaron el planeta millones de años antes que la humanidad y ahora acaban de dar con un hallazgo que podría entregar conocimiento único sobre la criatura más temida de la prehistoria, el tiranosaurio rex.
El Tyrannosaurus rex es por lejos el dinosaurio más conocido y en Montana, Estados Unidos, se halló un hueso de este gigante prehistórico con una particularidad única: Habían rastros de un embarazo.
La tiranosaurio rex que promete grandes avances en la paleontología
Por muchos años se creyó que, al menos anatómicamente, los tiranosaurios rex no tenían grandes diferencias físicas y era imposible distinguirlos por sexo en base a sus restos óseos.
Expertos de la Universidad de Carolina del Norte y el Museo de Ciencias Naturales, del mismo Estado, publicaron los hallazgos obtenidos tras examinar el fémur correspondiente a un tiranosaurio rex bautizada como MOR 1125 o B Rex y perteneciente al periodo Cretáceo.
¿Qué hace este hueso diferente al resto? Hallado en Montana, Estados Unidos, el fémur del «B rex» tenía restos de tejido medular muy similar del que se encuentra en aves prontas a poner un huevo, lo que permite concluir que la dinosaurio era hembra y estaba embarazada al momento de su muerte.
El tejido medular es muy especial, ya que contiene una serie de elementos orgánicos y que en el caso de la MOR 1125 podría dar pistas más completas sobre el ADN de estas criaturas analizándole en el laboratorio.
B rex y su importancia científica
El fémur de esta dinosaurio no solo permitió distinguir su sexo por primera vez, sino que también entrega un tejido biológico valioso para la ciencia.
El tejido medular en aves está formado por una serie de compuestos orgánicos y si bien parte de estos se perdieron con el paso de millones de años hubo un tipo que sobrevivió. Se trata de tejidos blandos y que podrían contener vasos sanguíneos.
El hecho de tener acceso a un tejido orgánico por más desgastado que esté confirma que los tiranosaurios rex compartían la forma de reproducción de las aves actuales y, más importante, su análisis genético daría pistas únicas sobre el ADN de los llamados «lagartos terribles».
Un gran paso para la paleontología y que si bien no servirá para que se cree un «Parque jurásico», sí permite responder dudas y confirmar hipótesis sobre quienes supieron reinar en nuestro planeta para luego desaparecer.
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